Llegó el día. Las Leonas y Holanda se enfrentaban en otra final, quizás la más importante de los últimos tiempos, por la presión que recaía en Argentina por ser anfitriona de la Copa del Mundo. El estadio mundialista se vistió de gala y la emoción se hizo sentir desde el segundo en que ambos equipos pisaron la cancha.
El llanto de las argentinas mientras sonaba el himno nacional fue una imagen que quedará guardada en las retinas de todos los que vieron la final. Ya desde el inicio Argentina tomó la iniciativa, de la mano de las más de doce mil personas que alentaban en las tribunas.
A los tres minutos apareció el primer gol argentino: centro desde la izquierda de Soledad García, que cruzó toda el área, y apareció sola, debajo del arco, para empujarla Carla Rebecchi y puso el 1 a 0. Cuatro minutos después se hizo presente en el marcador la defensora Noel Barrionuevo, que con una genial arrastrada en un corner corto, clavó el 2 – 0 para la Argentina.
La tranquilidad de la ventaja le jugó una mala pasada al conjunto argentino, que perdió terreno y debió defender los avances de las holandesas muy cerca del arco protegido por Belén Succi, una de las figuras del encuentro y del Mundial, ya que tapó casi todo lo que le tiraron.
A los 44 minutos llegó el descuento holandés, de la mano de Maartje Paumen -la goleadora del Mundial con 12 tantos- a través de un corner corto. Cuando se venía Holanda en busca del empate, a los 54 minutos reapareció el oportunismo de Carla Rebecchi, que empujó la bocha al gol, tras un rebote de un tiro de Soledad García.
No había tiempo para más, Las Leonas dominaron la bocha a su antojo, y cuando faltaban segundos para el final, el llanto se apoderó de las jugadoras argentinas, que ante el sonido de la chicharra –que indica el final del partido- todas se fundieron en un eterno abrazo en el piso. A festejar, Argentina es la mejor del mundo.
El llanto de las argentinas mientras sonaba el himno nacional fue una imagen que quedará guardada en las retinas de todos los que vieron la final. Ya desde el inicio Argentina tomó la iniciativa, de la mano de las más de doce mil personas que alentaban en las tribunas.
A los tres minutos apareció el primer gol argentino: centro desde la izquierda de Soledad García, que cruzó toda el área, y apareció sola, debajo del arco, para empujarla Carla Rebecchi y puso el 1 a 0. Cuatro minutos después se hizo presente en el marcador la defensora Noel Barrionuevo, que con una genial arrastrada en un corner corto, clavó el 2 – 0 para la Argentina.
La tranquilidad de la ventaja le jugó una mala pasada al conjunto argentino, que perdió terreno y debió defender los avances de las holandesas muy cerca del arco protegido por Belén Succi, una de las figuras del encuentro y del Mundial, ya que tapó casi todo lo que le tiraron.
A los 44 minutos llegó el descuento holandés, de la mano de Maartje Paumen -la goleadora del Mundial con 12 tantos- a través de un corner corto. Cuando se venía Holanda en busca del empate, a los 54 minutos reapareció el oportunismo de Carla Rebecchi, que empujó la bocha al gol, tras un rebote de un tiro de Soledad García.
No había tiempo para más, Las Leonas dominaron la bocha a su antojo, y cuando faltaban segundos para el final, el llanto se apoderó de las jugadoras argentinas, que ante el sonido de la chicharra –que indica el final del partido- todas se fundieron en un eterno abrazo en el piso. A festejar, Argentina es la mejor del mundo.
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