Campeonas mundiales, Las Leonas trascienden el hockey, el deporte, y en Rosario la gente así lo confirmó: se volcó a la calle para festejar con ellas.
No hubo ninguna convocatoria por radio o TV después del ya inolvidable 3-1 a Holanda en la final del Mundial. Mucho menos metieron la cola las redes sociales. Fue un llamado a la antigua, en el que el boca a boca, la intuición o la costumbre del “vayamos al Monumento” se hizo carne. En un ómnibus sin techo, Las Leonas, el cuerpo técnico y los que se acercaron a subirse a último momento se lanzaron a las calles de una Rosario atravesada por el fervor popular repentino. “Acá hay amor, acá hay amor”, cantaba el coro por el reggaetón de Chino y Nacho cuando Chapa Retegui fue a recibir a su esposa.
No hubo ninguna convocatoria por radio o TV después del ya inolvidable 3-1 a Holanda en la final del Mundial. Mucho menos metieron la cola las redes sociales. Fue un llamado a la antigua, en el que el boca a boca, la intuición o la costumbre del “vayamos al Monumento” se hizo carne. En un ómnibus sin techo, Las Leonas, el cuerpo técnico y los que se acercaron a subirse a último momento se lanzaron a las calles de una Rosario atravesada por el fervor popular repentino. “Acá hay amor, acá hay amor”, cantaba el coro por el reggaetón de Chino y Nacho cuando Chapa Retegui fue a recibir a su esposa.
Los vecinos de la avenida Mendoza, que desemboca en el Estadio Mundialista, emocionaron hasta las lágrimas a Retegui y sus chicas. Todos recuerdan a una señora que salió en camisón cuando alguien le avisó que venían las campeonas. El largo trayecto desde Fisherton hasta el centro fue un peregrinaje de bocinas y gritos. Desde los balcones, Las Leonas recibieron otra prueba más de que sus logros trascendieron largamente el hockey, el deporte en general, y se metieron de lleno en el corazón de la gente, aunque muchos no sepan qué rayos es un córner corto.
Al llegar al Monumento a la Bandera, el micro fue rodeado por la multitud que no lo dejó avanzar por un rato. “Un minuto de silencio, para Holanda que está muerto”, cantaban la gente y Las Leonas. No importó el frío, ni que las chicas hubieran salido sin bañarse siquiera, en pollerita y musculosa. A los saltos mantenían el calor. “Hay que saltar, por Las Leonas, el orgullo nacional”, vociferaban las chicas de abajo y de arriba. El boca en boca funcionó a todo vapor, porque seguía llegando gente en autos, motos y bicicletas, y la caravana que de ahí se trasladó al hotel Plaza Real colapsó el centro.
Luego, el búnker de las chicas, que durante 20 días fue casi un monasterio, esa noche reventó. Ayudaron el triunfo y la cerveza, claro, que entonó a los familiares más que a la jugadoras (tomaron pero con medida, había que mantener la línea hasta el final).
Luciana Aymar tuvo un minuto para sentarse a tomar conciencia de dónde había llegado. Saludó afectuosamente a los periodistas de Olé , y se puso a mirar la copa. “Hoy no puedo pensar en otra cosa más que en disfrutar. Nos costó mucho llegar a esto, ustedes no saben cuánto. Ahora no quiero pensar en mañana, tengo que pensar en el futuro, pero con calma”, confesó. Y después volvió a subirse a la euforia, besó la copa, se abrazó con Sole García, y disfrutó, como ella quería. Detrás del meditar de Lucha, sin embargo, ya hay una campaña para hacer que siga jugando en la Selección. Seguramete le harán un programa especial de entrenamientos y tendrá más tiempo libre para poder congeniar el hockey con sus demás actividades. Todo sea para tenerla en los Juegos Olímpicos de Londres 2012.
Mariné Russo, otra de las históricas, se sentó sobre su madre y la abrazó. Casi en llantos, confesó: “Llegué hasta acá. Fue un esfuerzo tremendo. Nunca me preparé para una competencia como esta vez. Pero resultó un disfrute enorme que lo voy a recordar para toda la vida”.
La banda de Belén Succi, como siempre, fue la más numerosa e hizo punta para cantar, subidos a las mesas, revoleando trapos. Con la arquera a la cabeza se inició una rebelión social a puro grito, para que Claudia Burkart no se retire de la Selección. A la defensora, uno de los puntales del equipo y figura del Mundial, el canto le agradó y le afectó por partes iguales. “No puedo pedir más. En el último partido de mi carrera me despido con un triunfo y un campeonato Mundial. Son muchas las cosas que siento en este momento, pero me voy feliz”. Burkart, vale recordar, por expreso pedido de Retegui abandonó un retiro que ya tenía decidido. Igual que Russo. El esfuerzo tuvo su recompensa.
Sole García era la abanderada de la fiesta. Con una peluca multicolor, la delantera cordobesa impuso el baile al ritmo del reggaetón y el cuarteto. Fue ella la que buscó a Magui Aicega, quien no necesitaba invitación para sumarse, y junto con Lucha se unieron en un abrazo que recordó otros tiempos. Después de tanto esfuerzo, ¿era hora de descansar? Para nada, las chicas se pusieron sus mejores ropas y terminaron el raid en el boliche Madame hasta las seis de ayer. Cuando el sol marcó el final de la fiesta y Rosario atravesaba su resaca, casi todas dormían. Pero seguían soñando...
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