Carlos Retegui disfruta del título mundial con las Leonas, pero no se relaja; la familia, su motivación fundamental.
La familia Retegui volvió a la cotidianidad luego de la consagración de las Leonas en el Mundial. Pero el dato hay que tomarlo con pinzas: pasado mañana, el hombre de la casa (Carlos) dará una lista de 25 jugadoras y el lunes próximo comenzará a trabajar con las que no formaron parte del plantel en Rosario. "Ahora, con el título, hay que entrenarse más todavía. No te la podés creer porque ganaste. Yo sigo siendo el mismo pibe de barrio de siempre, como el resto del cuerpo técnico. Y no me gustaría que una jugadora se agrande por lo que acaba de lograr. Más: ellas y nosotros tenemos mayor responsabilidad ahora que somos campeones".
Los Retegui respiran hockey. El DT está casado con María Grandoli (35), titular en aquel seleccionado junior campeón mundial en Terrassa, en 1993, el embrión de las Leonas originales. Su hija mayor, Micaela, alterna entre la sexta y la séptima división de San Fernando, mientras que Mateo, de 11 años, juega al fútbol en las divisiones infantiles de River pero también se da maña con el palo y la bocha. "Micaela me va a hacer renunciar al seleccionado, eso lo tengo clarísimo. Si se esfuerza, se entrena y se cuida, terminará jugando para la Argentina porque tiene condiciones. Es muy buena como volante ofensiva", cuenta el Chapa. Micaela, de 14 años, recuerda una anécdota: "En el Champions Trophy de Sydney 2009, a mi papá le dije que me encantaba el palo que usaba Luciana Aymar y él se lo contó a Lucha, pero el tema quedó ahí. A fines del año pasado, cuando GEBA jugó los playoff del Metropolitano, vino ella hacia el banco de suplentes, donde estaba yo sentada, y me lo regaló".
Durante la etapa de Retegui como jugador la familia sufrió dos desarraigos, ya que se mudaron a España entre 2001 y 2004, y a Bélgica los dos años siguientes. Pero el demandante trabajo del DT con las Leonas también es una suerte de exilio por la cantidad de giras, certámenes y entrenamientos. "María se encarga de todo, pero de todo ¿eh? No sólo en lo superfluo de llevar y traer a los chicos, sino de criarlos, que es lo más importante. A la distancia estamos comunicados por el Skype; nuestros hijos están acostumbrados porque desde que nacieron yo ya estaba en el mundo del hockey", explica el entrenador.
A lo largo de este Mundial inolvidable, María y los chicos viajaban a Rosario y después se volvían para Buenos Aires. "Antes de cada partido le preguntaba al Chapa qué táctica iba a usar, qué planteo haría, cómo estaba el equipo. Sufro cada encuentro por él, siempre lo miro desde la tribuna para ver qué está haciendo, si se mueve, si está nervioso, si grita. Me encanta lo que transmite como entrenador, la idea del esfuerzo y que las chicas sean solidarias. Para mí, el hecho de que hayan llegado a la final ya fue un triunfo", confiesa María. Mateo se dio el gusto de compartir con su papá momentos muy emotivos del torneo: "Bajé a la cancha desde la tribuna con la remera Nº 8 que decía ´Retegui´ en la espalda; él me la regaló cuando dirigió a los varones en el Champions Trophy 2008. También estuvo bueno cuando nos abrazamos los dos con Lucha, después de que las Leonas les ganaron a Alemania en las semis".
Al fin y al cabo, Retegui hace todo por su familia, más allá de los lauros. "Llegamos a la gloria. Estoy feliz porque dijimos que íbamos a ser el equipo del pueblo y lo fuimos. Este torneo marcó un antes y después en la relación entre las Leonas y la gente. Ya en 2000, cuando se creó el apelativo del seleccionado, hubo un impacto muy fuerte. Y ahora fue una ratificación notable". Dice que extrajo lo mejor de otros entrenadores: la tranquilidad y la confianza que le daba Jorge Ruiz al jugador; la obsesión por el entrenamiento de Marcelo Garraffo; la lectura diferente del juego de Luis Ciancia. También, que el partido clave en el Mundial fue el triunfo por 2-0 sobre China ("El cuarto, el que nos metió en las semifinales") y que con vistas a los Juegos Olímpicos de 2012, la Argentina deberá jugar diferente: "Tenemos que cambiar porque Lucha es irremplazable. A las individualidades les sumamos un buen sistema colectivo, pero ese sistema tiene que ser mucho más sólido. A eso le apuntaremos ahora".
La rutina de los Retegui sigue adelante, pero con obligaciones de campeón.
Así surgió el apodo. "Chapa" no se relaciona con la locura, sino con un hombre que apareció fotografiado en la tapa de un diario que tenía el pelo al ras, tal como se había rapado Retegui en aquel momento. Así lo bautizó Daniel "Tano" Trevisán, del club San Fernando, que lo relacionó con el individuo de aquel apelativo.
Fuente: Diario La Nación (Por Gastón Saiz)
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