Rodrigo es el joven dueño de un apellido de peso y de la cinta capitana. Y sabe lo que significan los bronces del 82 y 88. Pero ahora quiere más...
Cuando me preguntaban qué quería ser cuando fuese grande yo contestaba: ‘Jugador de vóley... Pero jugador de vóley en Italia...”. Hijo de Daniel, sobrino de Raúl, a Rodrigo Daniel Quiroga el sueño se le cumplió. Se crió en la península hasta los cuatro años y la habitó durante los últimos cuatro, ya como punta. Sin embargo, una cintita horizontal de unos dos centímetros debajo del número, en el pecho, indica que debutará en este Mundial de Pallavolo como capitán. Y eso que recién mañana cumplirá los 23 años... El rubio de 192 centímetros, el de los deseos que se transforman en realidad, hace un intermezzo en el doble turno de la siciliana Brolo y le relata sus sensaciones a Olé a tres días del vital debut con Venezuela. Se banca la que vino y la que vendrá. Sólo parece estar rodeado por las aguas celestes del mar Tirreno y las montañas del Nebrodi...
-¿Qué tiene el capitán de vóley en particular?
-La misma función que el de rugby, básquet, fútbol. La diferencia es que este grupo es muy joven, promedia 23 años, y yo soy uno de los más grandes...
-¿Y estudiás a un Mascherano, a un Scola?
-Sólo miro capitanes de vóley. Giba en Brasil, por ejemplo. En la Liga Mundial fue suplente pero gritaba, alentaba, manejaba tiempos...
-¿Y pesa la cintita?
-Por mi bien psicológico y deportivo no me digo “uh, soy el capitán, la puta madre...”.
-Bastante tu apellido...
-Claro. Igual descomprimo. Sobre todo en estos primeros años que no son los mejores.
-¿Mejor otro deporte?
-Soy de River pero juego sólo en el calentamiento y soy de madera. Igual, tenés que tener las ideas muy cambiadas para que no te guste el vóley. Papá, mamá, tío, primos... Es de lo único que se habla en casa.
-Linda hora para hacerse cargo del barco: perdieron los 14 juegos de World League.
-Y... Es difícil. Después de algo así y, aunque no parezca por nuestra juventud, tenemos una presión enorme. Venimos a revertir una situación y, mínimo, quedar entre los mejores ocho.
-¿Por qué les cuesta?
-Te doy un ejemplo. En fútbol, Argentina le hizo cuatro goles a España, el campeón del mundo. Eso sería como, en vóley, ganarle 3-0 a Brasil. Este deporte es más lógico. Al menos tenés que llevarte tres sets haciendo 25 puntos en cada uno. No ganás de suerte. Todo el tiempo tenés que atacar, defender, recibir, bloquear, cancha chica, jugadores juntos, pura precisión, no vale tocar la red ni la varilla... No podés hacer un gol y aguantarlo.
-¿Y lo psicológico?
-La cabeza es el 80%. En la alta competencia no existe el “estamos mal físicamente”. Los mejores son los que más cabeza tienen. Miralo a Federer: le tenés que meter un tiro para matarlo. Es otro juego.
-¿La presión es por la actualidad o porque les ponen el pecho a las viejas generaciones?
-La generación del 82, la del 88, están bárbaras. Pero la Argentina tiene que salir a buscar otra cosa. No podemos seguir recordando a... Y mirá que mi familia fue parte, eh... Pero no podemos hablar más de las medallas del 82 y del 88, así como en el fútbol no podemos hablar más de México 86. Basta de hablar de las medallas de los 80. Hay que ponerse objetivos y salir a buscarlos. Esta Selección es muy joven pero con chicos experimentados. Hay que demostrar por qué estamos en Italia con la celeste y blanca, y yo, principalmente, por qué soy el capitán. Bué, será el torneo para demostrar que estamos a la altura de las circunstancias. El sábado arrancamos con Venezuela...
Fuente: Diario Olé (Por Martín Macchiavello)
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