La Selección se entrena anónima en Brolo a la espera del corte del jugador Nº 15 y del debut.El Tirreno como postal de fondo todo lo puede. Hace de Brolo, pequeña ciudad balnearia en temporada baja, un mundo paradisíaco de algo menos de 6.000 habitantes fijos que rompió su monotonía para recibir a un grupo de jóvenes con ganas de golpearse el pecho por su deporte baqueteado. Su porte gana cuerpo en las pintorescas calles de Sicilia aunque pierden con dos compatriotas que la rompen en la isla. Dos gigantografías de dos metros de alto por 70 centímetros (a 9,99 euros y editadas por La Gazzetta dello Sport), que rodean los puestos de diarios, enaltecen aún más las figuras de Javier Pastore y de Maxi López, ídolos sureños. Mientras tanto, en silencio, los 15 jugadores de Javier Weber siguen dando batalla al presente en pacífica soledad.
Con perfil bajo y resultados de subsuelo, dejaron la Argentina con dos triangulares en el bolso (jugados en Bolívar y Tandil) aunque pocos se enteraron. Este último fin de semana, mientras la Copa Davis en Francia nos daba un dolor de cabeza, ellos -al menos- se despedían de un cuadrangular galo con un contundente y esperanzador triunfo en sets corridos ante España.
La tropa se animó aunque todavía queda el interrogante de quién será el último jugador cortado después de una tijera que rebanó históricos como Alejandro Spajic, Pablo Meana, Gabriel Arroyo, Javier Filardi y Guillermo García. Por eso, todos trabajan a la par. No hay lugar para los flashes más allá de que la RAI venda humo con la decena de cámaras que utilizará durante el Mundial.
La Selección hizo doble turno ayer en el Pallazetto “Alessandro Santossi”, en la vecina ciudad de Capo d’Orlanda, ejercitando trabajos a la espera de Venezuela (rival del debut, el sábado a las 12 con transmisión de ESPN+). Y hablando de la Vinotinto, la Selección fue recibida con una cena oficial por la comuna local. Hubo intercambio de regalos. Pero sin levantar la perdiz...
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