De Cecco y Quiroga sufrieron la derrota con Venezuela que nos bajó de Pekín 08. ¡Y quieren revancha!
La ruta que comunica el siciliano pueblito de Brolo con la portuaria Reggio Calabria guarda un paisaje tan precioso como monotemático. Mano izquierda, mar Tirreno; mano derecha, los mejores viñedos del sur italiano. Pega la vuelta la Selección. Deja su búnker pintoresco para meterse en la acción. El último adiós lo tiene a Javier Weber en las puertas del Palasantossi de Capo D'Orlando, una suerte -modernizada- del viejo Superdomo marplatense. "Estamos bien. Trabajando tranquilos, muy concentrados. Sólo pensamos en el debut, en Venezuela (el sábado, a las 12)". Y así todo el grupo. Cada dos palabras que se nombran, tres incluyen a Venezuela... Así las cosas, entre tanta vid, Vinotinto no falta.La mención del coach, del joven plantel argentino, repiquetea en el ambiente como las auriazules pelotas Mikasa, oficiales en el Mundial. Ganarles a los caribeños es la llave maestra para entrar, ya en el primer partido, a la lucha por las mejores ubicaciones, por ratificar que meterse entre los ocho mejores del mundo no es utopía. Claro que no será fácil. No tienen a Chávez ni a la Fulop. Ni siquiera el refuerzo del nacionalizado Ricardo Montaner. Pero le sobran fantasmas. De repente, aparece el partido que nadie quiere recordar. Esa oscura derrota que, en Formosa, dejó al país que se colgó el bronce en Seúl 88 sin Pekín 2008...
Los archivos cuentan que el estadio Cincuentario estaba repleto, que las 5.000 personas que lo colmaban iban a celebrar su gran fiesta. Es más, los de Jon Uriarte se habían llevado el primer set. Pero un cuento chino los embaucó. De repente, aquel 7 de enero de 2008, Marcos Milinkovic dejaba su saque en la red y el 3-1 con pasaje a China se hacía realidad. Para Venezuela... Y ya nada fue lo mismo. La renovación resultó galopante. Los ciclos cumplidos se anticiparon. ¿Cuánto pasó? ¿Algo más de dos años y medio? Sin embargo, las heridas no cerraron. Y sólo dos jugadores en este plantel pueden tener sed de revancha: Rodrigo Quiroga y Luciano De Cecco se quedaron sin nada aquel verano. En este recién nacido otoño itálico, quieren poner las cosas en su lugar...
-¿Cuál fue su reacción cuando vieron el fixture y justo tocaba...?
La primera respuesta de Cachete De Cecco fue 100% sensorial. "Mirá", le muestra a Olé mientras se frota su antebrazo derecho. Sí, eso que se ve es piel de gallina. "Si nosotros perdemos se nos cae la tierra. En el primer partido nos jugamos todo el trabajo del año. Por otro lado, tenemos que entender que en experiencia no le vamos a ganar a nadie: no somos Brasil, que gana con la camiseta. Ni Rusia ni Estados Unidos. No tenemos ningún resultado a favor como para que nos teman. Ojo, no me dolió tanto como perder los 14 partidos al hilo de la World League", jura Luciano. "Me acuerdo que entraron Tejeda y Silva para ellos. A uno, que recibía, no se le cayó ni una pelota. Y el otro, el Negro, nos mató, pegaba por todos lados. Era suplente y... No lo teníamos estudiado. Son cosas que ojalá no nos vuelvan a pasar. Aunque las sensaciones quedan...", reconoce Rodrigo, quien sumó nueve puntos en aquella noche.
El micro está a punto de ponerse en marcha. No hay problema con los controles de alcoholemia porque el piberío argento es abstemio. Más allá de insistir con la Vinotinto. "Esta vez, si me los cruzo a esos dos, les voy a decir que los vamos a clavar, que ahora queremos ganar nosotros", bromea De Cecco. Y, para no perder la costumbre, Quiroga remata con un auspicioso recuerdo. Más cercano que el triste Preolímpico. "El año pasado, en semi del Sudamericano, les ganamos 3-1 con el mismo equipo que viene a Italia. Será durísimo. Nos tenemos que cruzar también con Estados Unidos, campeón olímpico, pero Venezuela es el partido a ganar". Sí, sobra hambre de gloria en este grupo. Sí, pan y vino...
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