La excusa lógica era Facundo, su hijo, su pollo. Pero su amor por la Selección jamás se detuvo. Como su barbita candado exclusiva. Hugo Conte, el mejor jugador argentino y uno de los mejores 25 del mundo en la historia, fue testigo de los nueve partidos que vino a jugar Javier Weber, del preciado noveno puesto mundialista. Estuvo siempre, con la lengua y el oído a disposición de su amigo el coach. Y aunque la paternidad lo haga juez y parte en el asunto, a la hora del balance, su palabra pesa.
-¿Qué se escondía detrás de este equipo?
-Hambre. Ganas de demostrar. Tuvieron que sacarlos muertos de la cancha para ganarles. Y saben que tendrán muchos años más juntos. Todo fue súperpositivo.
-Habrá que trasladar el 1º del ranking juvenil para arrimar el bochín.
-El vóley de mayores es otro deporte. En el país, tenemos algo que en Europa no existe: los clubes. Chicos motrizmente fuertes y desarrollados porque van a los campitos y tocan 400 veces la pelota por tarde jugando a lo que sea. El tema físico de los europeos lo suplimos con técnica y viveza. Entre los grandes es otra cosa: te viene el ruso Muserskiy con sus 2,17 metros y se acabó.
-Una Argentina muy joven en el tp ten. ¿Alguna comparación?
-Jon Uriarte comenzó este proceso hace tres años cuando se dio cuenta que, por problemas de DNI, tenía que empezar a buscar jóvenes y a mecharlos con grandes de nivel como Marcos Milinkovic. Yo veo a este grupo y me acuerdo del 82, del proceso que empezamos en el 80 con el coreano Sohn. Jugamos mucho, perdimos mucho, nos pegaron mucho. Pero al Mundial 82 llegamos bien y nos fuimos haciendo partido a partido.
-¿También ponían el pecho en las dificiles?
-Durante muchos años fuimos de punto pero, cuando encontramos la madurez, empezamos a ir por cosas importantes. Estos chicos ya tienen otra confianza.
-¿Se podrá hablar, al fin, de un resurgimiento del vóley argentino?
-Hay que volver a ganar las escuelas: el handball ha tomado su espacio. La Liga Nacional debe seguir creciendo y los resultados tendrán que ser la locomotora de un movimiento que los dirigentes deberán apoyar fomentando la participación en Menores, Juveniles y Mayores. Estos pibes, entre los diez mejores del mundo, pueden ser el mejor espejo para las generaciones que vienen. Los resurgimientos tienen que ser cada vez mejores...
Fuente: Diario Olé
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