sábado, 2 de octubre de 2010

Italia 2010 - El que no corre, vuela

Los chicos argentinos, que ya estaban hechos con cruzarse con Giba, hoy jugarán frente a Japón por un lugar entre los 12 mejores. Pellizcame.

En el más absoluto de los silencios, en el corazón naranja del Medilanium Forum milanés, los juntó en el rectángulo que la zona de tres metros conforma y, cuando el reloj marcaba las 13 en punto, les susurró casi en forma de ruego las mismas palabras que viene repitiendo desde el primer día. Claro, ya nada es igual que aquel primer día, donde se temía por Venezuela, el primer rival de fuste. México fue un lindo trámite e, incluso en la derrota, la caída contra el campeón olímpico Estados Unidos le terminó de dar espalda a este grupo de jóvenes que ya tiene, a nivel Menores y Juveniles, un rodaje envidiable: por algo son los mejores en el ránking de su categoría...

“Tenemos que seguir por este camino”, les pidió Javier Weber, el entrenador. Y se puso a trabajar de inmediato, en la misma carpeta donde el jueves a la noche barrió a los franceses con una victoria que supo a hazaña, después de la tradicional arenga colectiva: “¡Un, dos, tres, Argentina!”. Juntaron sus manos para el ritual en un íntimo semicírculo y las agitaron de abajo hacia arriba. El último movimiento los dejó de cara al tablero electrónico de cuatro caras. El techo, para este equipo, sin dudas, está mucho más lejos que ese montón de chapas con luces y parlantes... ¿Qué pibe no sueña con lo mejor? Esta banda que se junta para la foto de Olé está en el baile y quiere bailar hasta el final. Todo lo que hasta ahora hicieron, por poquito que parezca desde lo estadístico, es un montón. ¿Acaso Pablo Crer, figurón contra los Blues, no dijo que en la previa sólo se conformaba con cruzarse con el brasileño Giba en un pasillo o con los rusos en un ascensor, pero que ahora va por más? Hay de todo, claro. Son 14 cabezas que, si bien van para el mismo lado, flashean de modo dispar. Igual, cuando se trata de anhelos, acá, el que no corre, vuela...

Hay de todo en este plantel que día a día se afianza en busca de su objetivo. “Están los Juegos Olímpicos donde te ves con los mejores deportistas del mundo. Pero estamos hablando del Mundial de tu deporte. No necesitás motivación. Sólo te mirás el pecho, te ves la celeste y blanca, y listo”, nos resume Alexis González, el ‘abuelo’ del grupo con 29 cortos años.

“Varios jugamos la World League y ya no nos sorprende verle la cara de al lado a los más grandes del vóley mundial. Por ejemplo, el cubano León ya es uno más para nosotros. Lo enfrentamos mil veces... Lo que tiene un Mundial de Mayores es su grado de dificultad. Es otro nivel”, acota Nico Uriarte. “Una vez que estás adentro, querés más. Yo daba todo por estar. Y ahora que estoy, doy todo por jugar. Se lo digo a mi familia cada vez que hablamos por teléfono: ‘todavía no caigo’, jura Demián González, quien sin muchos minutos en el torneo, no deja de ir hacia adelante. Pica el bagre.

El cierre de ayer no fue mejor porque los galos despacharon en escasos 77 minutos a Japón (25-19, 25-22 y 25-23), lo que -aún con todas las de ganarle a los nipones (esta tarde, desde las 16 de Argentina)- nos obliga a hacer cuentas todavía para saber dónde quedaremos parados en el triangular del grupo M. Firenze, a 260 kilómetros de estos pagos, parece esperarnos desde mañana. Aunque... Falta un juego para quedarse definitivamente entre los mejores 12.
Weber, el resto del cuerpo técnico, y hasta Cachete De Cecco, se ubicaron en el Team Stand, el lugar destinado por la organización debajo del primer anillo de la tribuna Sud, calculadora en mano. Ahora, más que nunca, hay que ser racional. Aunque... Explicáselo al piberío... “Vine a demostrar que le puedo jugar a los monstruos de igual a igual. Me imagino definir un partido enganchando en el bloqueo a Miljkovic, el opuesto de Serbia que te caga a palos. Pienso desde que llegué en un punto así...”, blanquea Martín Blanco Costa.

Sin embargo, el set ball a la ilusión queda en manos de Facundo Conte, el máximo anotador de este equipo al aire libre, sin techo a la vista: “Quiero más. Quiero alimentar mi juego, ver a los grandes, imitarlos. Llegué para jugar este Mundial de punto. Después, veremos lo que pasa. Pero estamos en el momento justo...”, cierra el hijo de Hugo. Péinense para la foto, muchachos. Péinense para otro sueño...

Fuente: Diario Olé

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