Noel Barrionuevo le cambió la vida. No es que se haya mudado, tampoco se hizo millonaria, menos aún cambió su estado civil. La goleadora de la Selección de hockey femenino se consagró campeona del mundo en Rosario. Y eso le cambió la vida. “Ahora me reconocen. Tal vez estoy tomando algo y se acercan chicas a decirme que soy su ejemplo, o mamás a comentarme que sus hijas quieren parecerse a mí –se enorgullece–. Me dicen: ‘¿vos sos Noel?’”.
No es lo mismo que le vean cara conocida a que identifiquen quién es. (Risas.) ¡Claro! Igual, antes no me conocía nadie. Sigo manteniendo perfil bajo, pero lo que logramos fue muy fuerte, y me siento orgullosa de que sepan quién soy gracias al esfuerzo y al trabajo en equipo.
Maradona siempre repite que el ejemplo son sus padres. ¿Qué piensa de esa afirmación? Lo mismo. Me gusta que me digan así, pero por dentro pienso: “¿ejemplo de qué?, ¡si me conocieran!”.
Hoy por hoy el acceso a la fama para una joven bonita está al alcance de la mano. Basta con ver la tele para corroborarlo. Lejos de la premisa imperante, Noel Barrionuevo destaca el sacrificio realizado para alcanzar sus objetivos. Primero el triunfo, la fama por añadidura. De todos modos no desprecia la posibilidad de incursionar en otros terrenos. “¿Tinelli? Si me llama…, ¿por qué no? Bailo más o menos, pero mi idea es divertirme siempre”.
Nacida en Martínez, la actual jugadora del Club Ciudad de Buenos Aires nació en una típica familia de clase media. Bueno, no tan típica, al menos por el número. Mamá Martha docente y ama de casa, papá Eduardo docente universitario e ingeniero, la chica es la del medio de entre cinco hermanos. Los mayores son Pablo (31), Carlos (30), Belén (29). Luego viene Noel con 26 y cierra la cuenta Sol, de 24. Todos los hermanos viven bajo el mismo techo; las mujeres comparten habitación, los hombres entre ellos. Pero la Leona está contenta. “Mi hermana Belén se casó anoche, así que con mi hermana Sol festejamos más que nadie. No por la felicidad de ella, sino porque se fue de nuestra habitación. Ya le sacamos la cama afuera”, bromea.
Hace más de dos décadas el clan Barrionuevo encaró hacia el club del barrio, Banade, para que los hijos practicaran deporte. Primero los varones, que intentaron con natación, fútbol y casi cualquier cosa que implicara correr y cansarse. Noel, en cambio, desde los 4 años agarró un palo de hockey y una bocha. Nunca más los soltó. “Mi mamá me cuenta que cuando era chiquita me sentaba en medio de la cancha cuando me cansaba. Jugaba hasta que no quería más, entonces me sentaba y la profesora me venía a levantar”, rememora. También reconoce que sus cualidades fueron, desde siempre, superiores a la media, pero que ella no tenía conciencia de eso. “Para mí era un juego. Sí me daba cuenta que me ponían en una categoría superior, pero pensaba que era porque faltaban chicas”, razona.
¿Cuándo decidió que era su profesión?
Cuando me convocaron al Mundial Junior en 2005. Fue en Chile y no nos fue muy bien. Salimos quintas, pero me di cuenta que esto iba en serio, que por más que sea una disciplina amateur me lo iba a tomar como un trabajo.
En 2005 tenía 21 años. ¿Qué hizo desde que terminó el secundario hasta los 21?
Estudié para maestra jardinera. Tengo hecha toda la carrera a excepción de las prácticas. Estoy casi recibida.
¿Ejercería una vez que se retire?
Ni loca. Si hoy me acercan un chico salgo corriendo (risas). El año que viene empiezo a estudiar la carrera de dirigencia deportiva en Ríver. Quiero ver la posibilidad de conducir un club el día de mañana, o bien, poder planificar y llevar adelante tareas deportivas. Por lo general los dirigentes no son deportistas, y terminamos chocando.
Las Leonas entrenan a diario en épocas de poca o nula competencia, todas las mañanas en el Cenard, como ahora que están en plena preparación de una serie de amistosos que disputarán en diciembre en Sudáfrica. Cuando se avecinan torneos importantes hacen doble turno. Para el Mundial hicieron hasta tres jornadas de entrenamiento diarias. Si bien el hockey argentino es amateur, requiere dedicación profesional. Las deportistas están becadas y perciben 4 mil pesos mensuales en concepto de viático y beca. Muchas dejan de lado estudios y proyectos familiares. Pero, lo disfrutan a morir.
Muchos deportistas tienen nostalgia de las fiestas que se perdieron o del sacrificio que hacen. ¿Cómo se lleva con eso?
Es cierto que tenemos una vida un poco diferente, porque si tenés partido no salís. O si salís estás obligada a cuidarte. De todas maneras no tomo alcohol, y eso es una ventaja. No me gusta. A veces vienen mis compañeras y me dicen que tengo suerte, porque no me privo de tomar una cerveza.
¿Y cuál es su perdición?
Mmm, quizás los dulces. Soy dulcera.
¿Hay planes para irse a vivir sola?
Por ahora no. Primero porque con lo que gano no me puedo alquilar nada. Segundo porque estoy muy cómoda en casa de mis papás: tengo la comida lista, la ropa planchada. ¡Estoy muy bien así!
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